Sam Rockwell interpreta a Sam Bell, un minero que es enviado a la Luna con la misión de extraer un gas que salvará a la Tierra de la crisis energética que atraviesa. Tras pasarse tres años solo en la base lunar, alejado de su familia, Bell está a punto de regresar a su hogar, pero entonces empezará a sufrir una serie de extrañas visiones.
Interesante cuestión, que nos lleva a plantearnos muchas otras reflexiones: alguien igual que yo, ¿será siempre “yo mismo”? Si en verdad hay alguien igual que yo que no soy yo, ¿quién soy yo, entonces?
para obtener lo que desea, hasta la pacífica evolución de la tecnología, y cómo ésta podrá acabar superando moralmente a la humanidad. Profundas cavilaciones, escondidas tras un velo llamado género de ciencia ficción.
Y, si yo soy único, al menos en cuanto a mi psique, ¿qué es lo que observaré en el otro que me hará ver cómo soy yo en realidad? ¿Me gusta lo que veo? No obstante, el film invita a especular sobre muchos otros temas, desde la ¿ética? de una sociedad que hará todo lo posible